El oficialista Frente para la Victoria contará, a partir del 10 de diciembre, con quórum propio y quedará a sólo 6 escaños de conseguir los dos tercios del Senado de la Nación, que es de 48 miembros, con los 13 legisladores logrados el domingo. Un estado ideal para el candidato oficialista Daniel Scioli si finalmente se consagra presidente en el balotage de noviembre. En este escenario, si Scioli consigue la adhesión de sectores del peronismo disidente, hasta podrá superar los dos tercios de ese Cuerpo legislativo, lo cual le facilitará el camino legislativo de sus iniciativas, pero el resultado electoral condicionará los alineamientos.
Si en lugar de Scioli el elegido es Mauricio Macri, el jefe de Gobierno porteño estará obligado a negociar y tender puentes con el PJ en ese Cuerpo legislativo para que prosperen sus proyectos. No en vano, en los últimos días de la campaña, Macri multiplicó sus gestos hacia el peronismo. Se descuenta que las fuerzas políticas que integran el espacio Cambiemos trabajarán juntas, a diferencia de la actualidad.
Con 42 bancas propias, es lógico pensar que hasta los sectores del peronismo distanciados del kirchnerismo verán con buenos ojos un presidente del mismo origen político y con necesidad de conformar una fuerza propia en la interna del PJ. Y que varios legisladores que en estos años militaron en las filas K, produzcan un “cambio de lealtades”, como alguna vez sentenció un veterano senador peronista que entiende de verticalismo y de los mecanismos de poder. En ese contexto, hay que esperar la actitud que tomará el senador que asuma por Unión por Córdoba, Carlos Caserio; así como los puntanos Adolfo Rodríguez Saá y Liliana Negre de Alonso; y el resto de los peronistas disidentes que integran el interbloque Compromiso Federal con ellos, como el salteño Juan Carlos Romero y el sanjuanino Roberto Basualdo. En ese conglomerado se deben contabilizar a los 2 pampeanos Daniel Lovera y Norma Durango (que responden al gobernador electo Carlos Verna); al riojano Carlos Menem (impulsor del ingreso a la política tanto de Scioli como de Macri); al electo chubutense Alfredo González Luenzo (que remite al gobernador electo Mario Das Neves); y a la recién ingresada Myriam Bodyajián del Movimiento Popular Fueguino, a quien fuentes K la dan como posible aliada si Scioli llega a Balcarce 50.
Lo que parece casi seguro es que la representación del camporismo y del kirchnerismo duro en la Cámara alta puede quedar integrada sólo por 4 senadores (los 2 santacruceños Pablo González y María Ester Labado, la mendocina Anabel Fernández Sagasti y el bonaerense Juan Manuel Abal Medina). En tanto las agrupaciones que integran la alianza política Cambiemos, que suman un total de 20 senadores, en diciembre bajarán a 17. Y hasta ahora, el radicalismo, el macrismo, el juecismo y la Coalición Cívica-ARI tienen postura diferenciadas en el recinto y se mueven en forma independiente entre sí. Pero se sabe que un triunfo los obligará juntarse y elaborar estrategias parlamentarias conjuntas y una derrota puede tener, por el contrario, un efecto centrífugo. Un párrafo queda para los 2 representantes del Frente Cívico por Santiago, cuyo referente Gerardo Zamora es de origen radical y, si bien en estos años se mantuvo fiel al kirchnerismo, siempre se ha autodefinido como “el verdadero radical”. Hay que ver qué postura asume si el gobierno nacional cambia de signo, sobre todo porque a través de su mujer, Claudia Ledesma Abdala, mantiene el gobierno provincial y deberá contar el respaldo de la Nación para tener recursos frescos.
