Íconos mundiales de la talla de la Torre Eiffel, la Estatua de la Libertad o El Atonium y adelantos tecnológicos fundamentales como el teléfono, el televisor y hasta la pantalla táctil fueron presentados a lo largo de la historia en el marco de la Feria Mundial. Ahora, Argentina fue elegida para la realización del evento, que se realizará en Buenos Aires en 2023.

 

Fue a principios del siglo XIX, cuando en Francia se organizaron las primeras ferias industriales, que luego, a partir de 1851, en el Reino Unido, se convertirían en los eventos internacionales que se conocen en la actualidad. La Expo Internacional o Universal, como se la llamaba entonces, es una marca que atrae a millones de turistas y que, por su tamaño, obliga al país organizador no solo a la construcción del predio, sino además a la remodelación urbana que posibilite mejores accesos, seguridad y hospedaje.

 

Se espera que el encuentro, que se realiza cada cinco años, se lleve a cabo entre el 15 de enero y el 15 de abril en una Tecnópolis renovada. Ocupará 25 hectáreas y tendrá cinco pabellones: Internacional, Nacional, Temático, Corporativo y de Buenas Prácticas. En ellos habrá tres auditorios; y sectores especializados en gastronomía, controles de acceso, y espacios abiertos.

 

Para generar un acceso rápido a la Expo se necesitarán diferentes modificaciones en el casco urbano y para eso se prevé la creación de un Metrobus sobre la General Paz. 

 

También se conectará la actual sede de Tecnópolis con Parque Sarmiento, a través de un nuevo puente de 48 metros de ancho, que buscará ser una joya del diseño que enriquecerá el patrimonio arquitectónico de la zona. La propuesta proyecta la creación de otros espacios funcionales, como oficinas, depósitos y almacenes, un Eco Hotel/Foro con 100 habitaciones, un estacionamiento para 3.500 vehículos, viviendas para 3.000 invitados y un espejo de agua. Todas estas mega obras requerirán de una inversión estimada de USD 200 millones.

 

El recorrido histórico por la muestra
 

La Feria de Londres 1851, conocida como “Gran Exposición de los Trabajos de la Industria de Todas las Naciones”, surgió a partir de que el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, presenciará el éxito de las ferias parisinas, que, a su entender, fortalecía el espíritu del pueblo, que orgulloso disfrutaba de sus avances tecnológicos y sociales. Henry Cole, prominente diseñador de la época, fue quien llevó a cabo el proyecto, que además de revelar el proceso de industrialización, instauró temáticas que hasta ese momento no eran tomadas en cuenta, como el turismo, la educación artística y de diseño, el comercio, las relaciones internacionales. Luego, siguieron París (1855 y 1867); Viena (1873) y Filadelfia (1876), la primera realizada en Estados Unidos con motivo del centenario de la Declaración de la Independencia y que contó con la presentación internacional del teléfono de Alexander Graham Bell.

 

 

El próximo encuentro es, quizá, uno de los más emblemáticos. Fue realizado en París en 1889 y dejó una herencia arquitectónica que si bien en su momento fue odiada por los franceses, hoy es un símbolo de la ciudad: la Torre Eiffel.

 

 

En aquel encuentro Gustav Eiffel, el padre, también introdujo la cabeza de la Estatua de la Libertad, que 8 años después atravesaría el Atlántico para asentarse en Nueva York. Otro de los momentos memorables fue la instalación del primer servicio de luz eléctrica público, sobre la Avenida y la Plaza de la Ópera. Cuando en junio la bombillas creadas por Thomas Edison se encendieron por primera vez, París se aferró para siempre al apodo de la “Ciudad de la Luz”.

 

 

El Pabellón Argentino de este encuentro, diseñado por el arquitecto francés Albert Ballu, tuvo como inspiración al Crystal Palace de Londres. Era un edificio construido en hierro y vidrio, 100% desmontable, con una decoración exacerbada y de estilo moderno. Fue inaugurado el 25 de mayo de 1889, con motivo de celebrar la Revolución de Mayo, y obtuvo el primer premio entre los pabellones de los países extranjeros.

 

Luego del evento, fue desarmado y trasladado a Buenos Aires, aunque muchas de sus piezas debieron ser arrojadas al mar cuando el barco que lo transportaba, Ushuaia, atravesó una gran tormenta y las enormes cajas, sobre la superficie, entorpecían las maniobras. Fue el principio del fin.

 

En 1893, fue levantado en lo que hoy es la Plaza San Martín, ocupado desde fines del siglo XVIII por el Cuartel de Artillería del Retiro. En 1898 fue sede de la Exposición Nacional y en 1900 del Museo de Productos Argentinos de la UIA. Fue la segunda sede del Museo Nacional de Bellas Artes hasta su demolición, en 1933, cuando tras el desguace sus piezas fueron abandonadas en la zona. Este precioso edificio, que sin dudas sería una de las joyas de la ciudad, solo puede recordárselo en los archivos fotográficos.

 

Luego, llegó el turno de Melbourne, 1880, y le siguió Barcelona 1888, que fue -sin dudas- un antes y después en la arquitectura de la ciudad condal, ya que abrió las puertas a un nuevo estilo artístico, el modernismo, que se convirtió, junto al gótico, en una marca distintiva que en la actualidad atrae a millones de visitantes. Fue en este estilo donde Antoni Gaudí tomó las bases de su firma personal y también donde se presentó en sociedad, ya que participó de la construcción de la Cascada Monumental.

 

 

Un lustro después, Chicago, EEUU, demostraba al mundo que se había recuperado del Gran Incendio de 1871. La “Exposición Universal” fue la primera en incorporar un parque de diversiones, siendo la gran atracción la Ferris Wheel (George Ferris, el nombre de su constructor), que tenía 75 metros de altura y podía albergar a 2.160 personas. Recaudó más de USD 725.000 en el transcurso de la feria, por lo que es el único elemento rentable de todo el espectáculo.

 

 

El gran avance presentado en París 1900 fue el motor Diesel, creado por el inventor franco-alemán Rudolf Diesel, que funcionaba con aceite de maní como combustible. Si bien algunas compañías privadas ya lo habían visto, fue en esta Feria donde se presentó al público.

 

Estados Unidos hospedó a las dos siguientes: Saint Louis 1904 -que al mismo tiempo organizó los Juegos Olímpicos- y San Francisco 1915. De esta manera finalizaba la serie de ferias conocidas como “de la industrialización”, para ingresar a una nueva era llamada “de intercambio cultural”. La Gran Guerra congeló estos encuentros hasta que tuvo su regreso a la escena global en Barcelona 1929, que dejó como legado la Plaza de España, la Fuente Mágica de Montjuic y una serie de palacios de estilo neoclásico, racionalistas, y consolidó el novecentismo, estilo que sustituyó al modernismo que había instalado la Feria de 1888.

 

 

A Chicago (1933), le siguió Nueva York 1939, que tuvo a la Cápsula del Tiempo como el gran imán para los visitantes. Este espacio, realizado a 15 metros de profundidad, contiene manuscritos de Albert Einstein y Thomas Mann, números de la revista Life y millones de páginas de texto en microfilm. La Cápsula recién podrá ser abierta en el año 6939. El adelanto más importante se dio en el área de la comunicación, ya que fue el gran debut de la televisión de manera comercial. La naciente NBC transmitió el discurso de apertura desde su nueva antena sobre el Empire State Building a un grupo selecto de 200 televisores en toda el área metropolitana de Nueva York. Un año después, salían a la venta las primeras teles al público en general. Por su parte, AT&T exhibió el primer sintetizador de voz artificial del mundo, el Voder.

 

La “Exposición General de primera categoría de Bruselas de 1958”, en Bélgica, fue la primera de importancia global luego de la Segunda Guerra Mundial y dejó como herencia arquitectónica El Atonium, un modelo gigante de una molécula de acero, en que cada esfera representa un átomo.

 

 

La Guerra Fría y la lucha por la conquista del espacio, entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética, inspiró a los organizadores de Seattle 1962 para crear, quizá, el edificio más emblemático de esta ciudad: la Aguja Espacial, que con sus 184 metros de altura y estilo futurista maravilló a los visitantes.

 

 

Osaka 1970 fue la primera Feria Mundial celebrada en un país asiático, Japón, y marcó la presentación de un formato de proyección cinematográfica que cambió para siempre la manera de hacer cine y que fue evolucionando. La corporación canadiense IMAX mostró la primera película de 70MM. Al principio el formato se usaría casi exclusivamente para realizar documentales, pero tras otros avances se convirtió en el formato principal de la Hollywood actual.

 

La norteamericana Spokane fue el escenario en 1974 y Knoxville en 1982. En esta última se introdujo un adelanto que hoy es esencial: la pantalla táctil. En total, la empresa Elographics reveló 33 televisores cubiertos con paneles transparentes, con una variedad de funciones. Al año siguiente, Hewlett-Packard puso a disposición del público la primera computadora con esta tecnología.

 

La canadiense Vancouver, en 1986, significó el principio de las ferias de la “Era de la marca-nación”, ya que los países comenzaron a utilizar los eventos como una plataforma publicitaria de promoción de los recursos naturales y culturales. A Brisbane 1988, le siguió Sevilla 1992, que dejó como herencia el Puente del Alamillo, una obra del arquitecto Santiago Calatrava -el mismo que ideó el Puente de la Mujer, en Puerto Madero- que atraviesa el río Guadalquivir con sus 200 metros de largo. Si alguien está de paseo por esta zona, no debe preguntar por “El Alamillo”, sino por “El Paquito”, ya que para los andaluces esta construcción es una versión pequeña del puente de San Francisco (Golden Gate).

 

 

Luego llegó el momento de Lisboa 1998, Hannover 2000, Aichi 2005, Shanghái 2010, Milán 2015 y, la última, Astaná 2017, en Kazajistán. Buenos Aires comienza a prepararse para un nuevo capítulo de esta historia que conjuga lo mejor de la inspiración humana, tecnología, arte, interncambio cultural e imaginación. Será cuestión de esperar qué legados dejará.

 

Fuente: Infobae