"Esencialmente un agujero negro es un montón de materia apeñuscada en un espacio tan pequeño que nada puede salir, ni siquiera la luz", según el cosmólogo Andrew Pontzen.
"Imagínate que pudieras empacar en un espacio muchísimo más de lo que pensarías posible, hasta que se vuelva tan denso que tenga su propia fuerza de gravedad. Y el mejor ingrediente que conocemos para hacer un agujero negro son las estrellas que, al final de sus vidas, explotan tras consumir todo su combustible y sufren un colapso gravitacional", afirmó.
"Lo que queda de ellas se transforma en un objeto súper compacto del que ni la luz puede escapar, lo que explica que el agujero negro se vea de ese color. Es entonces que se convierte en un enorme vacío que aspira cualquier cosa que se le acerque", agregó.
La mayoría de agujeros negros son el fantasma de una estrella que agotó su energía. Pero no todas acaban convertidas en uno. Ese es un destino reservado sólo las estrellas más grandes, las más masivas (nuestro sol se salvará de él).
Una estrella brilla gracias a las reacciones nucleares que tienen lugar en su interior a partir del propio material que la forma. "Durante la mayor parte de sus vidas, las estrellas están en equilibrio. La fuerza de gravedad que las haría colapsar sobre sí mismas queda compensada por la presión de la energía que generan los procesos nucleares", ilustra Manel Martínez, investigador en el Institut de Física d"Altes Energies (IFAE) y líder de la comunidad de astronomía de rayos gamma de muy alta energía a nivel español.
Pero, cuando ese combustible nuclear se agota, la estrella explota en una supernova. Expulsa sus capas externas en un brillante fogonazo y su centro sucumbe a la atracción gravitatoria, hasta formar el agujero negro.
Cuando el combustible se agota, su masa colapsa por la atracción gravitatoria hasta condensarse en un punto de densidad infinita, que deforma el espacio-tiempo.
"No hay fuerza capaz de frenar este colapso. El núcleo no deja de condensarse hasta que al final queda toda la masa concentrada en un punto", declara María Santos-Lleo, jefa de operaciones científicas del satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) XMM Newton.
En ese punto queda un agujero negro, "una deformación brutal del espacio-tiempo", explica Jaume Garriga, catedrático de física teórica de la Universidad de Barcelona (UB). Es lo que se conoce como una singularidad. La densidad de la materia se vuelve infinita y el tiempo se detiene, apunta Garriga.