El apoyo simbólico que gran parte del país tiene a la distancia con los familiares de los 44 tripulantes del desaparecido submarino ARA San Juan, ayer al mediodía se concretó en la Base Naval de Mar del Plata, donde todavía pasan el día parte de ellos, entre los que estuvo la sanjuanina Luisa Rodríguez, entre otras muchos familiares y amigos.
En una convocatoria que se divulgó anteayer, minutos antes del mediodía fueron apareciendo los primeros manifestantes en la puerta del predio, donde se concentra también la guardia periodística. Algunos portaban banderas argentinas, carteles o flores y otros rezaban, distintas formas de dar fuerzas a los familiares. Cuando la concentración reunió unas 500 personas, el Himno Nacional Argentino fue el conector común para que todos lo entonasen y eso motivó a que unas 40 personas salieran desde el edificio donde se reúnen todos los días y caminaran 200 metros aplaudiendo, completamente emocionados, para encontrarse y agradecer a esa multitud que ofrecía su respaldo.
No está previsto para hoy que haya ningún tipo de marcha.
Entre los familiares estaba la sanjuanina Luisa Rodríguez, quien anteayer afirmó a DIARIO DE CUYO que mantiene viva la llama de la esperanza que su hijo, Ricardo Gabriel Alfaro, regrese con vida del mar. Luego del abrazo entre manifestantes y familiares, en que as lágrimas ya no contenidas tiñeron de un momento cúlmine de sensibilidad, unos pocos de los residentes en la Base Naval tuvieron contacto con la prensa, Entre ellos estuvo también Luisa, quien reconoció ante los micrófonos: “Es maravilloso que nos estén acompañando porque nos demuestran que entre todos estamos esperando a los cuarenta y cuatro, vivos, porque los esperamos vivos”.
Luisa también protagonizó un breve cruce con una manifestante que gritó “Fuera yanquis”. La madre del suboficial segundo respondió recordandole que Estados Unidos es uno de los países que encabeza el enorme operativo internacional que busca el submarino desaparecido hace 11 días. “Hay que ponerse un rato de este lado para saber qué se siente”, dijo luego para que el incidente terminara ahí mismo.
Minutos después, con la demostración mutua de afecto ya totalmente realizada, los familiares retornaron al edificio a esperar por alguna novedad, mientras la desconcentración en la vereda ocurrió tan silenciosa como fue el momento del arribo.