Buenos Aires.- El vicepostulador de la Causa de canonización de María Antonia de Paz y Figueroa (popularmente conocida como Mama Antula), monseñor Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje (Córdoba), informó que el Vaticano aprobó en el día de hoy el proceso de la Causa de Canonización de esta laica cuya trayectoria está íntimamente ligada a la historia de la Compañía de Jesús en el Río de la Plata.
‘Ahora quedamos a la espera de que, seguramente cuando el papa Francisco regrese de México, autorice al dicasterio vaticano la publicación del milagro atribuido a María Antonia’, dijo monseñor Olivera a la agencia AICA.
El papa Francisco tiene un interés especial en la causa de Mama Antula, por haber sido ella –laica consagrada al servicio de la orden ignaciana– quien mantuvo viva la presencia de los jesuitas en el Río de la Plata luego de su expulsión (1767) recorriendo las provincias y organizando los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, para lo cual fundó incluso una Casa en Buenos Aires, que aún existe.
‘Puedo adelantar –agregó monseñor Olivera– que la ceremonia de la beatificación se realizará este año, ‘Año de la Misericordia’, en la ciudad de Santiago del Estero y será presidida por el cardenal Angelo Amato, el mismo que presidió el 14 de septiembre de 2913 la beatificación en Cruz del Eje del Cura Brochero’.
Según precisó la agencia, la fecha de la beatificación se conocerá luego de la firma del decreto correspondiente en la Santa Sede. De esta manera, Mama Antula se sumará a los ocho beatos con que cuenta la Iglesia argentina: el padre José Gabriel Brochero; las monjas María Crescencia Pérez, María del Tránsito Cabanillas, Ludovica De Angelis y Nazaria March Mesa; los laicos Ceferino Namuncurá y Artémides Zatti, y la laica Laura Vicuña. Además, tiene un santo mártir: Héctor Valdivielso Sáez, fusilado en España.
Su historia
Mama Antula nació en 1730 en la localidad santiagueña de Villa Silípica y murió en 1799, en la Casa de Ejercicios Espirituales por ella fundada en Buenos Aires. Desde muy joven y por 20 años colaboró con los jesuitas en lo que se convertiría en su gran apostolado: la promoción y organización de los célebres ejercicios espirituales del fundador de esa orden religiosa: San Ignacio de Loyola.