El Senado convirtió en ley el polémico proyecto de regulación del teletrabajo por 40 votos afirmativos y 30 en contra, en una extensa sesión en la que el Frente de Todos defendió el proyecto y la ausencia de modificaciones, mientras que la oposición coincidió en que no tuvo el suficiente consenso y que será ”una oportunidad perdida para generar empleo en la Argentina”.
El debate, que se extendió durante tres horas y media, también tuvo algunos fuertes cruces, chicanas y momentos de tensión, como cuando el oficialista Oscar Parrilli destacó que él es “un orgulloso militante kirchnerista” luego de que Juan Carlos Romero cuestionó a un empresario pyme que habló sobre el teletrabajo ante la Comisión porque es “un militante K cuya agrupación es un sello de goma”.
La ley, que fija derechos y obligaciones para quienes desarrollen el trabajo remoto, había obtenido dictamen favorable el jueves pasado con el aval del oficialismo en la Comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado, que se negó a introducir modificaciones y ratificó el proyecto aprobado el 25 de junio por la Cámara de Diputados, con 214 votos a favor, uno negativo y 29 abstenciones.
Al inaugurar el debate en nombre del oficialismo, el presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social, Daniel Lovera, destacó que “se trabajó sobre 30 proyectos distintos”, con “matices pero muchos puntos en común para avanzar en los derechos fundamentales de quienes trabajan en esta modalidad”.
“Escuchamos a todos los sectores que componen el diálogo tripartita”, aseguró, tras lo cual dijo que el proyecto “no busca promover el teletrabajo sino regular una modalidad que de hecho se hace en el país” y que “no burocratiza” porque “nadie traba a quienes quieren generar empleo”.
Para Lovera, la iniciativa fija “un marco de respeto a los trabajadores dirigido no sólo a la mano de obra calificada sino también a quienes están desprotegidos y obligados” a teletrabajar.
Dijo que no habían aceptado modificaciones en el proyecto porque el oficialismo no estaba de acuerdo con la propuesta de la oposición, sostuvo que algunos cambios podrían instrumentarse porque “el Poder Ejecutivo tendrá que avanzar en su reglamentación” y se quejó de que habían escuchado a “sectores que propiciaban una ausencia de regulaciones para no entorpecer al mercado”.
Luego habló Gladys González, de Juntos por el Cambio, quien planteó que “la Argentina pierde una oportunidad de retener talento y de generar empleo” porque el proyecto “será un obstáculo” para la promoción del trabajo. Dirigiéndose a sus pares del oficialismo, les reprochó: “Ustedes han interpretado que esta modalidad es una amenaza y no una oportunidad para vivir mejor”.
“Esta ley no surgió por imposición de los empleadores sino por la voluntad de los propios trabajadores, que quieren más tiempo con su familia”, advirtió, luego de lo cual se quejó de que “escuchamos a todos los sectores, aunque algunos hicieron como que escuchaban”.
Señaló que “se protege al trabajador cuidando al empleo y no sólo escuchando al sindicalismo anclado en el pasado” y dijo que “no había apuro” en sancionar la ley porque se aplicará a los 90 días de finalizada la pandemia, y por eso interpretó que “no hay voluntad de mejorarla”.
González dijo estar “harta de la grieta” y en ese sentido llamó a “dejar de mirarnos el ombligo: pensemos en los jóvenes, no en leyes que atrasan y que traen incertidumbre”.
La intervención más dura de la oposición estuvo a cargo de Esteban Bullrich, de Juntos por el Cambio, quien, tras expresar su “frustración y desazón” por “estar reunidos para votar una ley sin cambios”, sostuvo que el oficialismo había expuesto “los argumentos de siempre para no cambiar nada” y lo acusó de armar “un relato de consenso y del proceso de escucha de esta ley”.
“Si no aceptan cambios no hay consenso, que se logra cuando se entregan argumentos para buscar un punto medio”, dijo. Y advirtió: “Apostamos a la mediocridad cuando estamos entre los países con más recesión y menos inversión del mundo. Hace 60 años que tenemos el menor crecimiento y la culpa es de la dirigencia por seguir haciendo cosas mediocres y no corregir lo que tenemos que hacer”.
Bullrich consideró que “con esta ley no garantizamos nada” y señaló que mientras “la tecnología avanza podemos ponernos adelante creyendo que la frenamos, pero es como cuando nos ponemos delante de un tren”. Para el senador opositor, la ley “traba y destruye puestos de trabajo” y así “generamos más incertidumbre por la cerrazón de no querer escuchar”.
Planteó después a los 29 senadores opositores “trabajar de otra manera” porque hay “desafíos enormes por delante”, por lo que propuso “que los proyectos salgan con consensos absolutos, con mayorías agravadas y, si es posible, con unanimidad de votos porque eso va a hacer que sean proyectos ciertos, transparentes y que generen certidumbre”. Y concluyó: “Tenemos que buscar entre todos las mejores leyes, no las leyes mediocres, para que la Argentina pueda salir de este pozo en que está sumida desde hace 60 años”.