El Papa Francisco decidió que un colaborador de su más estrecha confianza lo asista en la administración del Vaticano. Designó hoy al obispo Víctor “Tucho” Fernández al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, un organismo clave en la estructura de la Iglesia Católica que se encarga de “la tutela de la integridad de la doctrina católica”, y también de temas de interés público, como los juicios canónicos por pederastia.
Fernández, de 60 años y actual arzobispo de La Plata desde 2018, reemplazará desde medidados de septiembre al cardenal jesuita Luis Ladaria Ferrer, quien superó el límite de 75 años para los cargos ejecutivos de la Curia y se encontraba a cargo de dicha estructura. Se trata del mismo rol que ocupó Joseph Ratzinger durante casi todo el pontificado de Juan Pablo II, antes de ser ungido Papa, como Benedicto XVI.
“Como nuevo Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe te encomiendo una tarea que considero muy valiosa. Tiene como finalidad central custodiar la enseñanza que brota de la fe para dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan”, le dijo el Papa en una carta dada a conocer este sábado junto con la designación.
El Dicasterio para la Doctrina de la Fe tiene como función “ayudar al Romano Pontífice y a los obispos a proclamar el Evangelio en todo el mundo, promoviendo y tutelando la integridad de la doctrina católica sobre la fe y la moral, sobre la base del depósito de la fe y también buscando una comprensión cada vez más profunda de esta ante los nuevos interrogantes”, según se desprende del artículo 69 de la Constitución Apostólica “Predicar el Evangelio”, que entró en vigencia el año pasado.
“El Dicasterio que presidirás en otras épocas llegó a utilizar métodos inmorales. Fueron tiempos donde más que promover el saber teológico se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es sin duda algo muy diferente”, expresó el Papa.
“Tucho” Fernández es un teólogo de máxima cercanía y afinidad intelectual con el Sumo Pontífice, y es uno de sus pilares para la escritura de documentos pontificios como las exhortaciones de 2013 Evangelii gaudium; la de 2016 Amoris Laetitia y la de 2018, Gaudete et exsultate. Autor de numerosos libros y publicaciones, fue rector de la UCA a partir de 2009, también impulsado en ese rol por el entonces arzobispo Jorge Bergoglio.
El cardenal fue, además, el primer sacerdode ordenado en un rol de jerarquía por el Papa Francisco, cuando lo nombró arzobispo de Tiburnia en mayo de 2013. En 2018, lo designó como arzobispo de La Plata, en reemplazo de monseñor Héctor Aguer. En febrero de este año se incorporó a la estructura vaticana con el nuevo Dicasterio para la Cultura y la Educación.
“Fuiste decano de la Facultad de Teología de Buenos Aires, presidente de la Sociedad Argentina de Teología y sos presidente de la Comisión de Fe y Cultura del Episcopado argentino, en todos los casos votado por tus pares, quienes de ese modo han valorado tu carisma teológico”, destacó Jorge Bergoglio en la misma misiva enviada por el Vaticano al obispo, que esta semana estuvo en Roma para participar de distintas actividades.
“Como rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina alentaste una sana integración del saber. Por otra parte, fuiste párroco de Santa Teresita y hasta ahora arzobispo de La Plata, donde supiste poner en diálogo el saber teológico con la vida del santo Pueblo de Dios”, destacó Francisco.
Según el Papa, “dado que para las cuestiones disciplinarias -relacionadas en especial con los abusos de menores- recientemente se ha creado una Sección específica con profesionales muy competentes, te pido que como Prefecto dediques tu empeño personal de modo más directo a la finalidad principal del Dicasterio que es guardar la fe”.
“Para no limitar el significado de esta tarea, hay que agregar que se trata de aumentar la inteligencia y la transmisión de la fe al servicio de la evangelización, de modo que su luz sea criterio para comprender el significado de la existencia, sobre todo frente a las preguntas que plantean el progreso de las ciencias y el desarrollo de la sociedad”, animó Francisco a Fernández.
En la carta, el obispo de Roma planteó que “estas cuestiones, acogidas en un renovado anuncio del mensaje evangélico, se convierten en instrumentos de evangelización, porque nos permiten entrar en conversación con “el contexto actual en lo que tiene de inédito para la historia de la humanidad”.
“Siempre será cierto que la realidad es superior a la idea. En ese sentido, necesitamos que la Teología esté atenta a un criterio fundamental: considerar inadecuada cualquier concepción teológica que en último término ponga en duda la omnipotencia de Dios y, en especial, su misericordia”, agregó.
“Nos hace falta un pensamiento que sepa presentar de modo convincente un Dios que ama, que perdona, que salva, que libera, que promueve a las personas y las convoca al servicio fraterno”, deseó Francisco.
“Sabés bien que hay un orden armonioso entre las verdades de nuestro mensaje, donde el mayor peligro se produce cuando las cuestiones secundarias terminan ensombreciendo las centrales. En el horizonte de esta riqueza tu tarea implica además un especial cuidado para verificar que los documentos del propio Dicasterio y de los demás tengan un adecuado sustento teológico, sean coherentes con el rico humus de la enseñanza perenne de la Iglesia y a la vez acojan el Magisterio reciente”, se despidió el Papa en el texto.
Fernández viajó a Roma en los últimos días para acompañar al nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, para recibir el palio bendecido por el Pontífice. Ayer, en un mensaje por redes sociales, subió una foto junto a Francisco que tituló “nueva etapa”, donde reflejó el estado de ánimo y salud del máximo representante de la Iglesia Católica, quien recientemente estuvo internado y debió someterse de urgencia a una laparatomia por una hernia intestinal.
“Compartí una semana con Francisco. Trabaja el día entero. Tiene audiencias y reuniones a la mañana y a la tarde. Trabaja más horas que cualquiera en el Vaticano. Lo ven cansado tras 5 horas con cosas densas pero después de la siesta estaba perfecto y feliz”, compartió el arzobispo de La Plata.