La policía desbarató una organización que privaba de la libertad a mujeres aborígenes chaqueñas y las sometía a prostitución y torturas tras llevarlas engañadas a distintos puntos del país.
Tras once allanamientos, los investigadores detuvieron a 12
sospechosos y rescataron a 20 mujeres, informaron fuentes
policiales.

Los procedimientos comenzaron ayer en un domicilio de la
provincia de Chaco, donde las víctimas eran capturadas, pero también se hicieron diligencias en Córdoba, en la ciudad bonaerense de
Tandil y en Río Gallegos.

Los detectives de la Superintendencia de Investigaciones de la
Policía Federal determinaron que los delincuentes que operaban en
Chaco actuaban complotados con otros que privaban a las mujeres
de la libertad en las otras provincias, para someterlas a
esclavitud sexual y explotarlas en locales privados, ‘whiskerías’, pools, y bares.

Según consta en la pesquisa, las víctimas eran engañadas con
promesas de trabajo, para tareas como niñeras o personal de
limpieza en casas de familia, pero luego eran encerradas y hacinadas en alojamientos precarios de donde sólo podían salir a mantener
contactos sexuales con clientes.

Si se negaban, sostiene la denuncia, eran golpeadas
salvajemente, quemadas con colillas de cigarrillos en la espalda y privadas de la alimentación.

En la causa se secuestraron teléfonos celulares, libretas con
los nombres de las mujeres rescatadas, facturas comerciales y
cuadernos con nombres de clientes, junto a medicamentos, croquis de mapas, listados de seudónimos equivalentes a los nombres de las
víctimas y boletos de micros.

Los informantes indicaron que dentro de la banda cada uno de
sus integrantes cumplía un rol específico.

Así, uno de los sospechosos se dedicaba a "captar" a las
mujeres y era el encargado de descubrir y atraer a las futuras víctimas para finalmente engañarlas, mientras otro cumplía la función de "pasador", el que se hacía cargo de ellas simulando conseguirles
trabajo.

De ahí, las víctimas pasaban a manos del "transportador",
quien a su vez era el que producía a las mujeres en un salón de
belleza y las vestía para mejorar su aspecto.

Por último estaba el hombre que hacía el papel de "colocador",
quien ubicaba a las víctimas en los prostíbulos y locales
nocturnos, donde finalmente el "ablandador" las sometía.

La División Trata de Personas de la Superintendencia de
Investigaciones Federales trabajó junto a la Dirección Nacional de
Migraciones y recibió la colaboración de personal de la Oficina de
Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata de Personas del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos
Humanos de la Nación, a cuyo cargo quedaron las mujeres
recuperadas.