El obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge García Cuerva, recibió ayer su ordenación episcopal y comenzó su ministerio con una ceremonia en la catedral de ese distrito bonaerense, en la que se comprometió a “ser testigo de la vida en medio de la muerte hoy en el conurbano”.
“Quiero ser testigo de la vida en medio de la muerte hoy en el conurbano bonaerense, en sus comunidades y barrios, en las periferias existenciales, acompañando el caminar y la lucha de tantos que sufren el flagelo de la droga, el drama de la falta de trabajo y de vivienda, la cárcel, la enfermedad, la soledad, la más profunda angustia existencial”, expresó García Cuerva durante la celebración.
Nombrado por el papa Francisco, García Cuerva se convierte de esta manera en el segundo obispo villero dentro del Episcopado argentino, luego de la designación de Gustavo Carrara como obispo auxiliar de Buenos Aires, quien asumió en la catedral metropolitana en diciembre pasado.
“Quiero ser un pastor sumergido en el rebaño, caminando delante, en medio, y especialmente detrás, confiando en el olfato de las ovejas; un samaritano cuyo corazón se desgarre como el vientre de una madre ante el dolor de los que sufren, un samaritano que no da vuelta la cara, que esté cerca, que sea encontrable”, expresó el cura que ejerció gran parte de su ministerio en la villa La Cava de San Isidro.
La ceremonia, que se realizó en la catedral de Lomas de Zamora, fue presidida por el obispo de esa diócesis, Jorge Lugones, y concelebrada por más de 20 obispos; entre ellos el titular del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, y el arzobispo de San Juan, Jorge Lozano.
Al igual que con Carrara, García Cuerva fue retirado en andas de la catedral en medio de un clima festivo por parte de vecinos, fieles y amigos del cura nacido en la provincia de Santa Cruz el 12 de abril de 1968.
Durante la ceremonia, el nuevo obispo utilizó un báculo de madera realizado por presos del Complejo Penitenciario de Ezeiza, un ámbito también conocido para el sacerdote referente dentro de la pastoral carcelaria.
En ese marco, llamó ayer a “descubrir a Jesús preso, acompañar el dolor de los que se encuentran entre rejas; ser testigos de la vida en medio del dolor de la violencia, del encierro, de la injusticia, porque como dice monseñor Oscar Romero, la justicia es como las serpientes, muerde a los descalzos; y las cárceles están llenas de descalzos, de pobres, de vulnerables”.
Entre los símbolos de su ministerio episcopal, García Cuerva eligió las “chapas de las casas de las villas”, bajo los cuales “el calor y el frío se sienten mucho más”. “Allí se escuchan hasta los más mínimos ruidos y se distinguen todos los sonidos del barrio. Allí se adquiere una sensibilidad particular, que quiero mantener”, aseveró ayer en su mensaje. Por Twitter, el intendente de Lomas, Martín Insaurralde, le dio la bienvenida. Télam
Una señal de “esperanza”
El año pasado, García Cuerva se refirió a la falta de “políticas públicas a largo plazo” que caracterizó a otros. Si bien destacó que todos hicieron un aporte, afirmó que por primera vez con la gestión actual se abre “una esperanza, una posibilidad de pensar algo a largo plazo”. “Se está estudiando desde la Iglesia, el Gobierno provincial y nacional un Plan de Integración Urbana, que tiene financiamiento del Banco Interamericano; es una posibilidad de pensar algo a largo plazo de modo integral en La Cava y que después vaya a otros lugares”, expresó respecto del plan habitacional en la villa.