En alerta. Según sus abogados, Cristina está empapada en detalle de la investigación de la causa. Apuntará a desacreditar a Centeno por supuesta "insanía".

 

Con una situación judicial cada vez más complicada, la expresidenta Cristina Fernández se presentará este lunes ante el juez Claudio Bonadio para declarar en una causa en la que se investiga la existencia de una presunta red de sobornos de empresarios de la obra pública a funcionarios del kirchnerismo.

A través de un mensaje en la red social Twitter, la propia exmandataria confirmó ayer que acudirá a los tribunales federales de Comodoro Py, en Buenos Aires, y pidió "por favor" a la militancia kirchnerista que no se concentre allí para acompañarla, como en otras ocasiones que ha comparecido ante la Justicia.

"Pongamos todo nuestro esfuerzo y energía en acompañar y ayudar a aquellos que lo están pasando muy, pero muy mal, en esta verdadera catástrofe económica y social que es el gobierno de Mauricio Macri", solicitó Fernández, quien no reveló si declarará o presentará un escrito ante el juez, aunque desde su entorno adelantaron que "presentará un escrito".

Su comparecencia tendrá lugar dos días antes de que el Senado debata si autoriza a Bonadio a registrar los domicilios y la oficina de la expresidenta, que cuenta con fueros parlamentarios por integrar dicha Cámara desde diciembre de 2017.

El objetivo del magistrado es hallar información relacionada con una causa en la que se investiga si Fernández formó parte de una red en la que empresarios supuestamente realizaban sobornos de millones de dólares en efectivo a miembros de su Gobierno y el de su fallecido esposo, Néstor Kirchner (2003-2007).

Cristina negará los hechos que se le imputan, como otras veces recusará al juez Bonadio y pedirá la nulidad de la causa.

La expresidenta hará este pedido a través de un escrito. De todos modos, la defensa trabaja a contra reloj para apuntar toda la artillería contra Centeno. Y dio la orden de que no acuda la militancia porque quiere hacer el trámite con la mayor brevedad posible. De igual modo, los operativos de seguridad en los alrededores de Comodoro Py que comenzaron el viernes se mantienen inalterables. También advirtieron a los empleados de tribunales que vayan temprano para no complicar el ingreso. Habrá un listado de personas autorizadas. Y dentro del edificio estarán bloqueados desde los pisos 3 al 5. El despacho de Bonadio, ante quien se presentará CFK , está en el cuarto.

En el escrito, negará ser la jefa de una supuesta asociación ilícita. "Negará cada uno de los cargos que se le imputan", explicaron.

Según la defensa, la expresidenta está al tanto de cada detalle de la investigación judicial, e incluso de las declaraciones en los medios de la exmujer de Centeno que contó que su exmarido "veía a Cristina en pijama".

Cristina negó ante sus abogados e incluso abrió Google Earth, por el que navegó por la Quinta de Olivos, revisó el mapa y explicó que la casa presidencial estaba a 500 metros de la casa donde se reunían los ministros. "Es imposible que me haya visto en pijamas", se quejó.

Desde su entorno también descartan que se haya sumado a las reuniones en las que se entregaba dinero. Además, la defensa se guarda un as en la manga. Por estas horas, la defensa está trabajando para presentar en los próximos días pruebas que desestimarían a Centeno. Se trataría de un fallo de la Justicia de San Martín en donde años atrás el exchofer habría recibido una sentencia de insanía.

El caso judicial se abrió a raíz de una investigación del diario "La Nación", basada en unos cuadernos escritos por Oscar Centeno, que fue chofer del exsecretario de Coordinación del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta.

Este último -que supuestamente coordinaba los pagos que se realizaban a cambio de adjudicaciones de obra pública en ese periodo- permanece detenido desde el pasado 1 de agosto.

 

Uberti sigue prófugo pero dentro del país

Después de la orden de detención librada el viernes por la noche, por parte del juez Claudio Bonadio, la Policía Federal continúa buscando a Claudio Uberti. Según pudo saber Clarín, no registra salidas del país y aún no se ordenó su captura internacional. Creen que no salió del país. El extitular del Órgano de Control de Concesiones Viales (OCCOVI) del kirchnerismo está imputado como partícipe de asociación ilícita, en la causa de los cuadernos de las coimas.

El ex funcionario kirchnerista ya fue investigado por el escándalo de la valija de Antonini Wilson, el venezolano que intentó ingresar U$S 800.000 en 2007 en un vuelo que venía de Venezuela y en el que también viajaba Uberti. Además, al exfuncionario hoy buscado por la Policía Federal fue considerado como jefe de la "embajada paralela" que funcionó en Venezuela al margen de la misión oficial que dirigía el embajador Eduardo Sadous.

Inicialmente el delito que se le imputaba a Uberti era contrabando, pero ahora la Cámara consideró que el hecho se encuadraba como lavado de dinero.

 

El apriete para que pagaran en dólares

Según lo revelado por los escritos de Oscar Centeno, una de las empresas más comprometidas es el Grupo Techint, ya que, según indica el cuaderno del 2008, Roberto Baratta fue nueve veces al edificio del holding en Retiro. A raíz de esto, un directivo del grupo, Héctor Zabaleta, fue detenido, y otro, Luis Betnaza, fue citado a declarar. Zabaleta admitió participar de varias transacciones y no se refirió al dinero como aportes de campañas, que fue la estrategia que eligieron el resto de los empresarios arrepentidos, como Ángelo Calcaterra (IECSA) y Juan Carlos de Goycoechea (Isolux). Un detalle particular sobre el pago de sobornos que se desprende de la declaración es la "lucha" que había entre si debían hacerse en pesos o en dólares. Zabaleta explicó que Baratta le pedía dólares pero que él se los negaba porque no tenía liquidez en moneda estadounidense. La primera vez que surgió la discusión, Zabaleta lo llamó a Betnaza y éste le respondió que así era el acuerdo y que si no cumplían les iban a cortar la luz y el gas de las plantas de Siderar y Siderca. Era un pago equivalente a un millón de dólares, que Zabaleta insistía en pagar en pesos.