La posibilidad de producir vegetales más sanos en sólo 50 metros cuadrados disponibles en terrazas de edificios y hacerlo de manera sustentable con la ayuda de la robótica fueron los desafíos que encararon dos argentinos, quienes desarrollaron invernaderos hidropónicos inteligentes para potenciar el auge de la agricultura urbana.
“Laurus”, la invención de Nicolás Bisso y Sebastián Carrazzoni, es una combinación de propuestas técnicas que incluyen robótica, aprendizaje automático (machine learning) y procesamiento de datos en la nube para aprovechar espacios urbanos reducidos y poco utilizados para producir alimentos.
La agricultura urbana vive desde hace algunos años un auge particular en los países anglosajones en los que las “terrazas verdes” se difunden en las grandes ciudades, y son muchas las azoteas de los edificios que se destinan a la producción masiva de hortalizas que llegan más frescas a las góndolas y con menores dosis de pesticidas. Sin embargo, para que ese modelo sea rentable necesita de superficies cultivables mayores a los 500 metros cuadrados, una condición de difícil cumplimiento en Argentina, donde los edificios tienen frentes de menos de 10 metros y, para conseguir la extensión mínima, necesitarían una profundidad de media cuadra hacia el interior de la manzana.
“Ese tipo de emprendimiento necesita de créditos grandes a largo plazo y no están automatizados. Pero el interés está, ya que dos startups consiguieron 80 y 200 millones de dólares de inversiones”, comentó Bisso.
Laurus contempla una instalación sencilla en las azoteas ya que el invernadero es inflable y, aunque cuenta con conexión a la red eléctrica y un equipo electrógeno de respaldo, el ventilador que mantiene armada la estructura y los robots que trabajan en su interior se alimentan de energía solar.
Dentro del invernadero, los cultivos se realizan en torres hidropónicas en las que se reemplaza el sustrato de tierra por soluciones acuosas con nutrientes, cuya dosificación se realiza automáticamente de acuerdo con las necesidades del vegetal.
“Estar en la nube permite que desde una sola computadora se puedan controlar todos los invernaderos en red con unos pocos clicks”, comentó el fundador de Laurus. Agregó que el hecho de que “el software que maneja la dosificación de nutrientes y el de los robots estén subidas a la nube permite que aún si copian el diseño estructural les va a faltar el software que controla el funcionamiento”.
La gran cantidad de datos que genera cada cultivo de cada invernadero le da sentido a la actividad de un algoritmo de aprendizaje automático, el cual aprende de las experiencias y puede proponer al usuario diversas variantes a la hora de cultivar.
“Para que el proyecto sea escalable es clave que corra en la nube. Por ejemplo, si un productor decide lanzar una red de invernaderos para cosechar lechuga, la plataforma de IBM Watson -utilizada en esta propuesta- está entrenada en esa hortaliza específica y conoce la información necesaria sobre la calidad del producto, nutrientes, procesos de crecimiento y producción”, explicó. De esa forma, “puede regular automáticamente a los brazos mecánicos para indicarles tareas y pasos a seguir”.
El proyecto buscará financiamiento a través de la técnica de financiamiento colectivo (crowfunding) en abril y luego, buscar lotes, terrazas, espacios inutilizados para la instalación de los invernaderos. A los dueños o consorcios se les ofrecerá una renta que recibirá por el alquiler del espacio o la opción de invertir en la instalación y percibir un retorno extra.
“No está como primera prioridad operar con fondos de terceros, sino que la prioridad es sacar el negocio adelante, con los recursos que se tengan. Nuestros”, ok, ¿y de terceros?, “bienvenidos también”, comentó Bisso.