En la cosecha. El retroceso económico estuvo fuertemente vinculado a la sequía de comienzos de año, que pegó en la cosecha gruesa de soja.

 

En el segundo trimestre del año se registró una caída del 4,2 por ciento en el Producto Bruto Interno (PBI), en relación al mismo periodo del año previo. Ese descenso corta una racha positiva de casi un año.

Según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el PBI registró entre abril y junio pasado un descenso del 4 por ciento respecto del primer trimestre de este año y acumuló en la primera mitad de 2018 una bajada del 0,5 por ciento.

El informe oficial indica que la evolución macroeconómica del segundo trimestre denotó una bajada interanual del 2,8 por ciento en la oferta global como producto de una caída del 4,2 por ciento del PBI y el aumento del 2,7 por ciento de las importaciones de bienes y servicios.

En la demanda global se registró una variación negativa interanual del 7,5 por ciento en las exportaciones de bienes y servicios y un incremento del 3,1 por ciento en la formación bruta de capital fijo. En tanto, el consumo público registró una bajada interanual del 2,1 por ciento, mientras que el consumo privado creció apenas un 0,3 por ciento. Las cifras oficiales confirman que Argentina rompió así una racha de cinco trimestres consecutivos de alzas interanuales en el Producto Bruto Interno.

El deterioro de las variables coincide con un período de fuerte inestabilidad financiera, principalmente en el mercado cambiario, que se desató a finales de abril y aún perdura y refleja también las consecuencias de una severa sequía que afectó en la última campaña agrícola al campo, uno de los motores económicos del país.

La sequía de comienzos de año pegó en la cosecha gruesa de soja y en otros rubros agropecuarios. El sector de Agricultura y ganadería cayó 31,6 por ciento interanual.

La industria manufacturera cayó 1,8 por ciento y el comercio mayorista y minorista retrocedió 1,6 por ciento, ambos empujados por la corrida cambiaria que se desató hacia fines de abril y la suba de la inflación. La actividad en restaurantes y hoteles cayó 0,4 por ciento.

Del otro lado, la construcción mostró un crecimiento del 5,5 por ciento, con una desaceleración de los niveles previos pero todavía en terreno positivo. Y la explotación de minas y canteras avanzó 4,5 por ciento. El sector electricidad, gas y agua creció 2 por ciento.

Además de la sequía, el Gobierno de Mauricio Macri ha atribuido esta "tormenta" a factores externos, como una reversión de flujos hacia mercados emergentes, lo que provocó una fuerte depreciación del peso argentino. El complejo cuadro se completa con una eleva inflación (42 por ciento para el 2018).