El exvicepresidente Amado Boudou decidió ayer sorpresivamente romper el silencio que había anunciado que mantendría en la segunda jornada del juicio oral por la causa "Ciccone" para desmentir las dos reuniones que, minutos antes, había dicho que mantuvo con él el empresario Nicolás Ciccone, fundador de la quebrada imprenta. "Fue un cuento armado. No existió la reunión, la charla. Ni en los términos informados que dijo hoy Ciccone ni en los que quiso poner la instrucción", sostuvo Boudou, aprovechando para tirar un tiro por elevación al juez Ariel Lijo, que llevó adelante la causa y quien tiene que definir si lo cita en la causa de enriquecimiento ilícito.
Para esa altura, a Boudou ya le habían rechazado anular el juicio oral donde está acusado de cohecho y negociaciones incompatibles con la función pública, y había fracasado el intento de la defensa del monotributista Alejandro Vandenbroele para evitar que declare su exesposa, Laura Muñoz, la primera que dijo que su exmarido era testaferro del entonces vice. También naufragó un planteo para que el Tribunal Oral Federal 4 llamara a declarar como testigo a la expresidenta Cristina Fernández, al exsecretario de Comercio Guillermo Moreno y al exjefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina.
En apenas cinco minutos, Boudou intentó revertir el contenido de dos horas de declaración de Nicolás Ciccone (84), quien hizo un pormenorizado relato sobre cómo levantó su empresa, como la afectó la crisis de 2001 y cómo llegaron a la quiebra. Insistió en que ni él ni su hermano querían entregar la empresa.