Un antiguo apostadero de navegantes escoceses adquirido por el estado argentino en enero de 1904 se convirtió el 22 de febrero de ese año en el primer asentamiento permanente de la Antártida, cuando, con la instalación de una estafeta postal y una estación meteorológica, se inauguró el destacamento naval que hoy es la Base Antártica Conjunta Orcadas.

Un guardaparques que monitorea la fauna de la Isla Laurie, un técnico que opera los equipos de registro sismológico, una observadora meteorológica y una observadora geomagnetóloga, junto a una docena de militares que sostienen todas las operaciones logísticas, pasarán todo el frío invierno en la base ubicada a más de 1.500 kilómetros al sudeste de la ciudad fueguina de Ushuaia para sostener la continuidad de registros científicos que, en algunos casos, llevan más de cien años sin interrupciones.

A principios de 1903, una expedición escocesa a cargo de William Speirs Bruce navegó al mar Antártico en el buque Scotia, que quedó aprisionado por los hielos en la isla Laurie, donde se levantó el 1 de abril una cabaña para hibernar y realizar diversos trabajos científicos, conocida como Omond House.

Cuando pudo regresar a Buenos Aires, Bruce ofreció al Gobierno argentino las instalaciones de Omond House, el depósito de instrumental y los aparatos de observación, y fue el entonces presidente Julio Argentino Roca, quien por el decreto 3073 del 2 de enero de 1904 aceptó el ofrecimiento de las instalaciones y autorizó a la Oficina Meteorológica Argentina para mantener la estación.

El 22 de febrero de 1904 (hace 116 años) se inicia la ocupación permanente de la Antártida Argentina, con el izamiento del pabellón nacional en la Isla Laurie del grupo de Islas Orcadas.

El jefe de la actual dotación de la Base Antártica Conjunta Orcadas es el capitán de Fragata Andrés Lucas Seidel, un nativo de Río Gallegos de 45 años que se crió en Tandil, y que, al asumir su actual misión, tuvo que despedirse por un año de su esposa Roxana y de su hija Lucía, de 17, que arranca la universidad y de su hijo Lucas, de 15.

"Me cautivó ese blanco radiante de los hielos eternos, ese clima implacable e impredecible que puede darte momentos de sol radiante y tormenta de nieve con tres horas de diferencia, para terminar el día nuevamente con sol", explicó Seidel.

Seidel comentó que "las actividades científicas más importantes, para nombrar algunas, son el monitoreo de plancton, y el conteo de aves y mamíferos marinos, como así también el proyecto de geodesia antártica.

Más de mil investigadores, científicos y militares trabajan cada verano para aprovisionar y operar las 13 bases que Argentina sostiene en la Antártida. Es el país con más antigua presencia permanente en ese continente.

El registro histórico del cambio climático en el planeta, como también el descubrimiento de bacterias que abren la puerta a nuevos medicamentos o los microorganismos que sustentan la riqueza ictícola del Atlántico Sur, son parte de las investigaciones que científicos argentinos desarrollan en algunas de las 6 bases permanentes y 7 temporales que el país sostiene en la Antártida hace 116 años.

Efectivos militares, técnicos civiles, buques, aviones y helicópteros constituyen la cadena logística que sostiene las 13 bases y permiten que cerca de 300 personas puedan desarrollar sus tareas científicas.

 

"Es una vida apasionante"

 

Argentina mantiene presencia de manera ininterrumpida al sur del paralelo 60, frontera antártica, desde el 22 de febrero de 1904 cuando tomó posesión del entonces destacamento naval de Orcadas e instaló allí una estación meteorológica.

Protegido por el Tratado Antártico de 1959, ningún país puede explotar sus recursos naturales u ocupar el continente polar con fuerzas armadas, hasta que se resuelva en ese foro internacional la cuestión de los derechos soberanos de naciones como la Argentina y los reclamos de otros estados sobre parte de su territorio.

Argentina cuenta con seis bases que tienen actividad permanente en el Sector Antártico Argentino: Orcadas, Marambio, Carlini, Esperanza, San Martín y Belgrano II; y además hay otras siete bases de actividad temporaria que se denominan Brown, Matienzo, Primavera, Cámara, Melchior, Petrel y Decepción.

El Comandante Conjunto Antártico, general de División Justo Treviranus, afirmó que "en la Antártida se hacen investigaciones científicas de todo tipo, tanto en la tierra como en el mar y en el cielo; y su aplicación está fundamentalmente dirigida a conocerla mejor para el desarrollo de la vida en ese lugar y en otros del planeta".

"La vida en la Antártida es apasionante porque cada día se vive algo distinto, aún cuando el paisaje es el mismo los efectos de la meteorología y las condiciones del mar o del cielo dan la sensación de que uno está viviendo en varios lugares al mismo tiempo. Es necesario vivir con un equipo de trabajo homogéneo", resaltó.