El gobierno de Alberto Fernández se abstuvo otra vez de condenar las violaciones a los derechos humanos del gobierno que encabeza Daniel Ortega en Nicaragua, en una votación clave de la Organización de Estados Americanos (OEA), que declaró que en ese país no se cumple la Carta Democrática y, al mismo tiempo, exigió la libertad inmediata de los presos políticos y la realización de elecciones limpias, libres y transparentes.
El embajador Carlos Raimundi fue el responsable de justificar la decisión de la Casa Rosada de no acompañar el voto mayoritario del continente contra la autocracia nicaragüense. Esto, para que habilite el ingreso de una misión diplomática de la OEA para iniciar un diálogo sobre reformas electorales y la convocatoria de nuevas elecciones.
El principal argumento del voto fue la crítica a la actuación del organismo continental en la crisis política que derivó en la salida de Bolivia de Evo Morales. Argentina quedó así del lado de Bolivia, México, Belice, Honduras, Saint Kittis y Nevis, San Vicente y las Granadinas y Santa Lucía que se abstuvieron, frente a una mayoría de 25 votos que votaron a favor. Nicaragua votó en contra.
Estados Unidos, Canadá, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Costa Rica, Venezuela (la representación reconocida es la de Juan Guaidó), fueron algunos de los países clave, del total, que impulsaron la resolución, de 34 Estados que integran la OEA.
“Argentina reitera su compromiso irrenunciable con los derechos humanos, que son principios superiores y fundamentales de su política exterior. Argentina ha expresado su preocupación por la detención de personalidades políticas de Nicaragua con su voto en organismos internacionales. Argentina ha repuesto a su embajador en Managua y está convencida de que los informes en el lugar son mucho más completos y precisos que los que se realizan desde fuera de la situación”, inició el discurso Raimundi.
Y agregó: “Argentina rechaza la aplicación de sanciones y cualquier otra medida que pueda exacerbar un conflicto o agravar la situación de los ciudadanos y ciudadanas, generando con esto tensiones adicionales que inclusive pueden ser utilizadas para una mayor intervención externa. Argentina nunca dará por agotados los caminos para restablecer el diálogo con el gobierno y con el pueblo de Nicaragua, pero indudablemente para hacerlo hay que contar con una credibilidad y una legitimidad que la actual conducción de la OEA no tiene, tal cual lo ha expresado entre otros episodios, no el único y quizá el más grave, por su rol en el golpe de estado en Bolivia, por todas estas razones es que justificamos nuestro voto”.
Fuente: El Sol / Infobae