Las personas que arrojen colillas de cigarrillos a la vía pública en la ciudad de Buenos Aires serán multadas hasta con 15.000 pesos, de acuerdo con una ley aprobada este jueves en la Legislatura porteña.

La nueva normativa, de autoría del diputado Sergio Abrevaya (GEN), quedará incorporada al Régimen de Faltas de la Ciudad y establecerá además la obligación de realizar trabajos comunitarios relacionados con la preservación del ambiente o concurrir a cursos especiales de educación y capacitación.

Por otro lado, la norma establece que los “locales de baile, comercios donde se elaboren, fraccionen, sirvan y/o expendan alimentos y/o bebidas, shoppings, galerías, establecimientos de alojamiento y edificios de oficinas deberán implementar medidas destinadas a evitar que las colillas de cigarrillo se arrojen en el espacio público”. Lo mismo deberán hacer quienes organicen eventos o actividades recreativas y comerciales en el espacio público.

A su vez, la nueva legislación determina que la Autoridad deberá implementar acciones y estrategias tendientes a informar, sensibilizar y/o concientizar en materia de impacto ambiental lo que ocasiona arrojar filtros y/o colillas de cigarrillos y/o cigarros en el espacio público.

El legislador Abrevaya también es el autor de la ley que contempla la prohibición de fumar, arrojar colillas o restos de cigarrillos en patios de juegos, parques y plazas, la cual fue sancionada por la Legislatura el año pasado y contempla las multas para quienes arrojan los filtros en la vía pública.

Cabe destacar que la asociación civil Eco House realizó recientemente un informe y recolectó 10.000 filtros –en solo 2 horas– en veredas y calles de cinco manzanas del Microcentro para mostrar el peligro que significa. Una sola colilla alcanza para contaminar hasta 60 litros de agua.

Máximo Mazzocco, fundador de esta ONG, advirtió que se está invirtiendo en la búsqueda de una solución, pero “hoy no hay un sistema eficiente y que funcione para el reciclaje de las colillas”.

Asimismo, señaló: “Antes la campaña se basaba en educación y en colocar cestos. Ahora le vamos a dar un marco legal, con dos leyes complementarias: una apunta al ciudadano para que no arroje las colillas a la calle. Y por otro lado para el productor de cigarrillos, para que se ocupe de que su residuo no sea peligroso y se haga responsable del producto altamente nocivo y tóxico que está generando”.

Las colillas de los cigarrillos están compuestas por filtros de acetato de celulosa, un derivado del petróleo, que se utiliza para diluir y enfriar el humo inhalado por los fumadores y para atrapar parte del alquitrán que contienen los cigarrillos. Son la mayor causa de basura en el mundo y representan entre el 30 y 40% de todos los residuos recogidos cada año en la limpieza urbana y en la de las playas a escala internacional.

Se estima que se desechan 4,5 trillones de colillas por año en todos los rincones del planeta. Otro dato a tener en cuenta es que las colillas arrojadas al suelo en áreas forestales, sin ser debidamente apagadas, son causantes de un gran número de incendios.

La industria tabacalera es una de las principales responsables de la deforestación a nivel mundial. El 93% de la misma ocurre en países en desarrollo. Cada año, aproximadamente, dos millones de hectáreas de bosques se talan para el uso de la madera en la producción del tabaco. Se utilizan cinco kilos y medio de madera para curar un kilo de hojas verdes de tabaco, para tornarlas marrones y que adquieran ese aroma tan característico. Según datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la madera de un árbol sirve para obtener tabaco para trescientos cigarrillos. En el mundo, por año, se consumen 6.000 millones de cigarrillos.