Con los datos en mano que dan cuenta que el mes de enero que acaba de terminar cerró una la mayor devaluación en 12 años (18,63%), las petroleras parecen decididas a darle otro golpe al bolsillo de los argentinos: ajustarían el precio de las naftas un 20 por ciento y hasta no se descarta que el tarifazo se empiece a aplicar desde este fin de semana. Incluso algunas empresas como OIL o Petrobras se adelantaron y ya ajustaron sus precios entre el 5 y el 13%. El argumento para la suba es que tendrán que pagar más caro el crudo tras la devaluación y porque tienen deudas en dólares.
Según confiaron fuentes del sector de las petroleras, a diarios porteños, el aumento ‘está en marcha’ luego de fracasar una reunión mantenida en las últimas horas con el Gobierno para intentar frenarlo.
Un nuevo aumento en el valor de los combustibles es el escenario menos propicio para los intentos de Economía de ‘sostener’ el alza de los precios con los acuerdos con distintos sectores en el marco de los ‘Precios Cuidados’.
Es que un aumento de los combustibles repercute en áreas claves de la economía no sólo en el salario de los automovilistas: impacta en el transporte público, que ya ajustó los precios de los boletos antes de la devaluación, y en toda la actividad comercial que requiera de movilidad. Un tarifazo sería como la frutilla del postre para la inflación, que según calculan los especialistas, para el mes de enero rondaría entre el 4 y 6%.
Pero algunos petroleras picaron en punta con el aumento, a menos que vuelvan a ajustar sus precios cuando lo haga el resto.
Desde el miércoles, los estacioneros que trabajan con la petrolera estatal brasileña Petrobras pasaron de cobrar $10,92 el litro de nafta premium (llamada “Podium”) a $12,34, un salto del 13%. Y los que venden la marca Oil aplicaron un incremento de entre 5% y 10%.
La decisión de las petroleras de avanzar con su propio aumento del 20% era previsible: El insumo básico que utilizan para refinar combustibles está dolarizado, hoy el barril de petróleo ronda los U$S 100.
De manera que lo que hace menos de un mes le costaba menos de 700 pesos ahora pasó a ubicarse por encima de los 800 pesos.
En ese marco, las opciones que el Gobierno negoció con las petroleras iban desde establecer un tipo de cambio diferencial para las empresas que se fuera ajustando en el tiempo y de esa manera permitiera licuar el impacto de la devaluación; hasta pesificar el insumo en la base.
Como la principal petrolera integrada es YPF, la decisión de pesificar en la base hubiera golpeado fuerte sus finanzas. La petrolera estatal analiza tomar deuda por unos U$S1.400 millones de dólares, que se suman a otros créditos en la divisa norteamericana que ya tiene tomados.
Si se pesificaran sus ingresos por la venta de crudo, las finanzas de YPF sufrirían un golpe durísimo. Por eso, el CEO de YPF, Miguel Galuccio, es uno de los que empuja el ajuste del precio del combustible, pese a que es resistido por el ala económica del Gobierno lo que disparó una nueva interna en el seno del Gabinete.
Sin embargo, Galuccio tiene un argumento de peso a su favor: YPF es una de las pocas ventanillas que le quedan al Gobierno para lograr tomar deuda en el exterior y traer algunos dólares al país.
De ahí que finalmente la Casa Rosada aceptaría el incremento. La estrategia de Kicillof para amortiguar el impacto en el ánimo de la gente es dar luz verde a un aumento en el interior del país y no tocar, al menos por ahora, los precios en Buenos Aires donde se concentra el grueso de la población del país.
Lo malo de este plan es que en algunas provincias, como Corrientes, Misiones o Córdoba, la nafta premium ya cuesta entre 13 y 15 pesos.
Con el aumento del 20% se iría a la exorbitante suma de $18 el litro, a un paso de los 20 pesos que ayer vaticinó el presidente de la Federación de Entidades de Combustibles de Buenos Aires (FECOBA), Luis Malchiodi.

