Hace exactamente cuatro años, el fiscal Alberto Nisman fue encontrado muerto en el baño del departamento que alquilaba en Puerto Madero. La investigación judicial aún no pudo establecer las circunstancias del deceso de quien hasta ese momento fuera titular de la Unidad Fiscal AMIA. Solo se sabe que murió por un balazo que le perforó la sien derecha y que esa bala salió el arma propiedad de Diego Lagomarsino, un colaborador informático de mucha confianza de Nisman.

 

Días antes, el exfiscal federal de la UFI Amia había denunciado el memorándum de entendimiento con Irán y acusó a la plana mayor del gobierno de Cristina Kirchner, incluida la por entonces presidenta, por encubrimiento del atentado.

 

La presentación fue realizada el 14 de enero de 2015, en el amanecer de un año electoral agitado. Nisman apareció muerto en su departamento de Puerto Madero cuatro días después. Desde entonces, la Justicia tomó dos senderos totalmente opuestos.

 

Primero se rechazó la denuncia, se desmintieron sus argumentos y se cuestionó la falta de pruebas. El cuerpo de peritos forenses de la Corte Suprema determinó que nada en el departamento de Puerto Madero señalaba que no hubiera sido un suicidio.

 

Después, la causa cambió el rumbo. Las mismas cámaras que habían avalado el rechazo a la denuncia se desdijeron y reclamaron investigarla. Se procesó a los acusados. Una pericia de forenses de Gendarmería, a pedido de la familia de Nisman, determinó que claramente había sido un homicidio, con al menos dos personas involucradas. Las diferencias entre un informe y otro son de tal magnitud que hasta marcan en un lugar distinto el ingreso de la bala que puso fin a su vida.

 

En los últimos meses, la atención de los investigadores se centró sobre el rol de Diego Lagomarsino. El técnico informático que admitió ser un testaferro de Nisman también reconoció ser quien le dio el arma desde la que partió el disparo que lo mató. Las pruebas realizadas a los teléfonos celulares secuestrados demuestran que mintió: a diferencia de lo que declaró, Nisman no lo contactó a él en la tarde del sábado. Hubo un intercambio de mensajes de WhatsApp en la mañana. El contenido Lagomarsino "no lo recuerda", según su abogado. La tecnología no permite recuperar el texto. Y el caso aún no tiene sentencia.