El agravamiento, en estos últimos meses, de la situación social en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, a consecuencia del narcotráfico hizo que el gobierno nacional, a través del Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich, implementara enérgicas acciones para controlar este flagelo. Sin duda, una medida ejemplar ya que se dispuso aunar todos los esfuerzos con el objetivo de combatir una situación que estaba llegando a sus extremos, con una serie de muertes y otros desmanes, producto de la actividad que genera el narcotráfico en una populosa ciudad que, desde hace años, viene siendo víctima de la actividad de bandas que solo en esta ciudad mueven más de 100 millones de dólares al año, con la connivencia de una larga lista de políticos, policías, fiscales, jueces y empresarios.

La intervención de las fuerzas armadas, a través del ejército, y demás fuerzas de seguridad fue una manera de demostrar hasta qué punto se está dispuesto a actuar con tal de restablecer el orden y devolverle a Rosario su tranquilidad para que la gente pueda vivir en paz.

Pero esta acción no debe limitarse solamente al centro urbano más conflictivo del país en materia de narcotráfico, debe ampliarse a otros sitios donde el ingreso y tráfico de drogas es habitual y es el causante de que los narcóticos luego circulen por todo el territorio nacional.

La frontera argentina es una de las más amplias del mundo e incluye todo tipo de terreno: desde el llano que se encuentra en la región mesopotámica hasta las altas cumbres que encontramos en la cordillera de los Andes que limita con Chile, la zona insular en el extremo Sur y toda la zona de costa que da al océano Atlántico. Controlar efectivamente toda esta área implica contar con fuerzas muy capacitadas, capaces de desenvolverse en las más variadas circunstancias por tierra, aire y agua, y qué mejor que las fuerzas armadas para cumplir con el cometido de evitar el permanente ingreso de sustancias ilegales como se sospecha que ocurre habitualmente.

El otro aspecto a tener en cuenta en la lucha contra el narcotráfico es la manera en que se debe atacar la distribución y venta, para evitar que este fenómeno se expanda como ocurre en otros países afectados seriamente por este mal tan difícil de controlar.

Expertos en estas contiendas sostienen que hay que ir cerrando círculos en la batalla, por ejemplo atacando, primero, el ingreso de la droga al país, luego la distribución mediante la desarticulación de las bandas que se encargan de hacer circular la droga y finalmente llegar a los consumidores, a quienes hay que desalentar en esta práctica. Un país con pocos consumidores no tendrá un gran problema con el tráfico de drogas y esto se puede ir controlando con campañas que apunten a desalentar el consumo y sancionando con mayor dureza a los consumidores a través de una más efectiva acción policial en ámbitos que se conoce que circula la droga y que nunca son abordados.